El descubrimiento de Splendor

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En 1984, cerca de San Pedro, un punto en medio de la selva mística de los Andes, venerado como el más santo de los lugares de las civilizaciones antiguas, el Dr. Guillermo Sotomayor descubrió Agua Splendor.

Las muestras de agua fueron examinadas en más de 14 laboratorios de análisis en Estados Unidos, así como por el Instituto de Aguas Austriaco, quienes descubrieron que los minerales contenidos en el agua corresponden exactamente en su cantidad y calidad, a la mezcla óptima que nuestras células y cuerpo pueden absorber.

Además de este descubrimiento, el Dr.Sotomayor fue un referente científico, quien junto a otros investigadores descubrió un profundo túnel con un tesoro arqueológico que escondía artefactos y piezas de procedencia y antigüedad desconocida.

La Maná y sus hallazgos planetarios

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La ciudad de La Maná, en Ecuador, está ubicada a 7,470 millas de las pirámides de Guiza. Esta distancia representa exactamente el 30% de la circunferencia de la Tierra. En esta zona se encontraron 300 artefactos de piedra.

Estos diseños han sido congruentes con las civilizaciones prehistóricas del sureste asiático, e incluso sus formas logográficas soportan una comparación aceptable con el sánscrito. Todas las piedras reaccionan bajo la luz ultravioleta, formando las constelaciones de Orión y Pléyades que comienzan a brillar como estrellas en el cielo nocturno.

También existen discos finamente labrados con mandalas geométricos. Además se encuentran trece tazas de jadeíta de diferentes tamaños con símbolos similares a Los Mayas, así como conceptos místicos occidentales contemporáneos, figuras humanas en rituales y cabezas de serpientes que solo existen en Asia.

Otros hallazgos arqueológicos

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Entre los principales hallazgos arqueológicos también se encuentra la representación de una cobra, que se trata de una serpiente que habita únicamente en Asia y en África. La kundalini (“serpiente” en sánscrito) se utiliza para representar el flujo de energía “prana”, presente en el cuerpo humano, y se suele utilizar para elevar la conciencia a través del sistema natural de chakras (“rueda” en sánscrito), una alineación de siete centros vibratorios y rotatorios del cuerpo.

El diseño, tecnología y acabado de estos increíbles objetos imposibilita su categorización dentro de cualquier cultura conocida en Suramérica.

Más allá de la semejanza numérica con la cultura Maya, el simbolismo presente en las formas, los diseños y escritura, incrustados en los artefactos de La Maná se relaciona más con aquellos de la cultura sánscrita, conocida en los contextos del sureste asiático. El nombre mismo del lugar, “Maná”, proviene del sánscrito y se traduce como “La Mente” o “El Cuerpo Mental”.